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El salón suele ser el corazón del hogar, un espacio para relajarse y compartir momentos. La alfombra adecuada puede hacer que la habitación parezca más amplia, definir diferentes zonas y crear el ambiente perfecto.
En el dormitorio, la prioridad es crear un ambiente acogedor. Una alfombra suave y cómoda donde puedas hundir los pies nada más levantarte marcará el tono perfecto para el resto del día.
En el comedor, la alfombra no solo debe verse bien, sino también ser funcional. Debe ser fácil de limpiar y lo suficientemente resistente para soportar el uso diario.
La forma de la alfombra debe basarse en el mobiliario y el tamaño de la habitación. Una alfombra rectangular encaja perfectamente bajo grupos de sofás o mesas de comedor. Las alfombras redondas u ovaladas pueden ser más difíciles de colocar, pero en el contexto adecuado aportan un punto focal interesante. Las alfombras largas y estrechas, conocidas como alfombras pasilleras, son ideales para pasillos angostos o también pueden colocarse a ambos lados de la cama.